«Platform-Mediated Short-Term Rentals and Gentrification in Madrid». Publicado en Urban Studies

El estudio de la gentrificación demanda marcos actualizados para valorar el impacto de ciertas tendencias globales que afectan al derecho de acceso a la vivienda por parte de la población urbana. El alquiler vacacional ofertado mediante plataformas digitales en áreas urbanas centrales, previamente gentrificadas está jugando un papel principal en la conformación de una nueva oleada de ‘gentrificación transnacional’ en numerosas ciudades globales de primer y segundo orden. Habiéndo mostrado patrones canónicos de gentrificación durante las dos últimas décadas, el Distrito Centro de Madrid y sus alrededores están afianzando patrones de esta nueva ola de gentrificación transnacional tras la crisis económica e inmobiliaria de 2008 —que afectó a la economía española con especial crudeza.

Desde una óptica teórica, estos patrones difícilmente se explican desde una visión tradicional de la gentrificación tras un periodo de devaluación de los activos inmobiliarios; pues barrios representativos de este centro urbano como Malasaña, Chueca y Lavapiés ya estaban gentrificándose antes de la popularización de las plataformas digitales de alquiler vacacional —una de las puntas de lanza del capitalismo de las plataformas tal como desgrana Srnicek. La nueva gentrificación trasnacional y turística se explica como una espacialización de las desigualdades globales en el nivel de renta en un ambiente de intensificación de la actividad turística que, a través de las plataformas digitales, produce una revalorización especulativa del parque residencial.

Como ejemplo de esta nueva situación, Madrid supone un caso característico en el ámbito socioeconómico sureuropeo. Apoyándonos en información empírica sobre la oferta de alquiler vacacional en Madrid entre 2015 y 2018, procedente de insideairbnb.com y airdna.co, este estudio verifica una fuerte asociación entre el incremento de turistas internacionales, el asentamiento de nuevos residentes procedentes de economías de servicios desarrolladas, y el incremento de precios del alquiler en el Distrito Centro de Madrid y sus inmediaciones. 

Dado que este proceso ha venido acompañado de una desregulación de los contratos de alquiler de larga duración, y un sensible incremento de la inversión inmobiliaria por parte de SOCIMI —particularmente en barrios próximos y bien conectados con el centro urbano al interior de la M-30—, esta ola de gentrificación confirma el rasgo característico de las anteriores: el desplazamiento intensificado de la población por nivel de ingresos más vulnerable en una escalada ininterrumpida de mercantilización del espacio doméstico.